Juan Antonio Vives: "La pedagogía del cercano y familiar acompañamiento"

El encargado de hablarnos de “Carisma y Pedagogía” en este III Congreso Nacional de Pedagogía Amigoniana ha sido Juan Antonio Vives. Autor de más de una treintena de libros, entre ellos un gran número de obras amigonianas, Vives ha definido el carisma como “los sentimientos y valores que configuran, determinan y distinguen la identidad de una persona o de un colectivo –como en este caso– y que, en sintonía vital, se expresan y manifiestan en su quehacer”.

Partiendo de esta base, Vives ha presentado la inspiración carismática de la Pedagogía Amigoniana basándose en cuatro poemas: el de la compasión, el del acompañamiento, el de la esperanza y el de la inclusión.

La compasión

125 años viviendo compasión” fue el lema escogido por los Amigonianos para conmemorar el 125 aniversario de su fundación. Porque “hablar de compasión es aludir al principal de los valores que distinguen e identifican la amigonianidad. De ahí ese “viviendo compasión” en sus dos vertientes interpretativas: viviendo con pasión –con entusiasmo, con vehemencia, con fuerza vital– la propia identidad, y viviendo la compasión, haciendo vida en uno mismo este valor tan propio del ser y hacer de los amigonianos”, ha explicado el Vives.

Esa compasión amigoniana que tiene sus raíces en Luis Amigó “corazón compasivo desde sus primeros años, da repetidamente muestras en sus escritos y acciones de su preocupación misericordiosa ante las necesidades y carencias del entorno. El mensaje de la sensibilidad, del compro¬miso, y especialmente de la cercanía que no pueden faltar en la compasión”.

El acompañamiento

Ha sido sin duda este valor –siempre en íntima conexión con los otros– el que de una manera especial ha contribuido a hacer de la pedagogía amigoniana, una pedagogía del cercano y familiar acompañamiento”, ha señalado Vives.

Por ello, ha ennumerado los seis valores esenciales que han estado presentes en la Pedagogía Amigoniana durante estos 125 años que conmemoramos en este Congreso

  • El valor de la empatía, reflejado en la actitud de llegar a conocer por vía del corazón.
  • El valor de la cercanía, de la constante presencia, del compartir descomplicado, sencillo y alegre con los jóvenes y niños
  • El valor de la personalización, expresado en ese llamar a cada uno por su nombre
  • El valor de la generosidad, el que de modo particular capacita al educador amigoniano para vivir en plenitud la propia y total dedicación
  • El valor de la coherencia y del testimonio, que es capaz de convertir a los educadores en camino para sus alumnos, al hacerse para ellos, personas creíbles por su integridad
  • Y, finalmente, el valor de la fortaleza, imprescindible para mantenerse de pie y firme ante las dificultades que, día a día, trae consigo todo proceso educativo

La esperanza

Son varios los textos de la tradición pedagógica amigoniana que invitan a no perder nunca la esperanza en la feliz recuperación de cada uno de los jóvenes y niños y a confiar en que no hay ningún caso imposible. “Los amigonianos han sabido decir a todos y cada uno de sus alumnos: “joven, levántate” o si se quiere “ánimo, muchacho, nada está perdido, tienes toda la vida por delante y tienes suficientes recursos personales para rehacer tu vida”, ha destacado Juan Antonio Vives.

La inclusión

Unas enseñanzas que, desde el magisterio de Luis Amigó han servido de inspiración e iluminación permanente y creciente para el ser y quehacer amigoniano: “La pedagogía amigoniana ha sido consciente, desde sus inicios, de que debía de educar para la vida, es decir, para que sus alumnos pudieran insertarse de nuevo, de la forma más positiva posible, en el entramo familiar, social, laboral…”, ha concluido Vives.

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